Época: Mesopotamia
Inicio: Año 3500 A. C.
Fin: Año 2500 D.C.

Antecedente:
Mesopotamia y Oriente Medio: evolución histórica

(C) Alvaro Cruz García



Comentario

Hacia el 3000 a.C., mientras en muchas regiones del mundo pervive una economía de cazadores y recolectores, en el sur de Mesopotamia se desarrollan diversas ciudades-estado independientes, políticamente autónomas aunque compartiendo rasgos como la lengua y la religión. Uruk fue una de las principales, aportando a la Humanidad los más antiguos ejemplos conocidos de escritura, entre el 3500 y el 3000 a.C. Es ésta ya un sistema completo con más de 700 signos distintos, y su función debió ser sobre todo económica, para el control y la administración de la riqueza de los templos. Las primeras tablillas de barro consignan la cesión de productos tales como grano, cerveza o ganado. Otras, son listas en las que los escribas aprenden a leer y escribir.
Los signos son muchas veces sencillas figuras de significado evidente en las que, por ejemplo, una espiga representa a la cebada. Con el paso del tiempo se adaptó la forma de los signos para escribirlos con un punzón de junco. El resultado fue que las incisiones tenían forma de cuña, de ahí el nombre de escritura cuneiforme.

Junto con la escritura, otras invenciones de este periodo están en el camino de la civilización. La cultura de Uruk, que dará origen a la civilización sumeria, se extenderá por toda la baja Mesopotamia, proporcionando el pleno dominio de nuevas técnicas, como la rueda y el carro, la navegación, el torno de alfarero, el arado o la fundición de metales. El trabajo del cobre y, a partir del IV milenio a.C., el método de la cera perdida, permitió fabricar objetos de oro, plata y plomo. Hacia el II milenio ya se manufacturan el hierro y el acero, que no adquirirán gran importancia hasta el primer milenio a.C.

Como dijimos más arriba, la cultura sumeria es sucesora directa de Uruk y sus logros intelectuales. Probablemente en el desarrollo de esta región tuvo mucho que ver la necesidad que tuvieron las poblaciones de dotarse a sí mismas de nuevos y eficientes mecanismos de control de los grandes ríos Tigris y Éufrates. Controlar las crecidas y crear canales para irrigar los campos de cultivo de cereales y hortalizas fue la única manera de conseguir una agricultura eficiente, pero para lograrlo se hacía necesario contar con una ingente cantidad de mano de obra, organizada bajo un sistema político más complejo y elaborado que los precedentes. Probablemente en esta etapa el mando político y religioso está bajo una sola persona, un príncipe-sacerdote que en sumerio se denomina "en".

El retroceso y desecación de los ríos ocurrido a finales del IV milenio propició que se intensificase este proceso de control hidráulico. Las comunidades debieron adaptarse a la nueva situación construyendo asentamientos mayores en las riberas, en los que se concentraba una población capaz de llevar a cabo las obras públicas necesarias para el abastecimiento de agua. El crecimiento de estas poblaciones dio lugar a la aparición de auténticas ciudades, que debían competir entre sí por el control del cauce de los ríos y los canales, el elemento básico para su subsistencia. La organización política, ya de carácter estatal, se circunscribe todavía al marco de las ciudades, y es necesaria para la organización de la mano de obra suficiente para realizar las grandes obras públicas de irrigación, control de los cauces fluviales o erección de murallas de defensa, entre otras. Son frecuentes las guerras entre distintas ciudades-estado, muy representadas en escenas en las que aparecen gobernantes cautivos. Además de una jerarquía política, las sociedades se estructuran según una pauta económica o laboral. Existen especialistas profesionales, que surgen conforme el trabajo se va haciendo más complejo. Algunos individuos se dedican al comercio, gracias a la existencia de excedentes agrícolas. Otros son artesanos, dedicados a la elaboración de cerámica, metal u objetos suntuarios. También hay especialistas en otras labores, como los escribas. El crecimiento económico corre en paralelo al desarrollo de nuevas invenciones, como la rueda, el torno rápido o los sellos cilíndricos. Precisamente estos últimos nos hablan de una mayor complejidad social, pues, decorados con figuras y motivos diversos, sirven para marcar la propiedad en las tapas de los recipientes y sellar tablillas de barro y cerraduras de puertas.

Uruk, la más importante ciudad sumeria, lo es gracias no sólo a su potencial económico y militar sino a su significación religiosa. Una ciclópea muralla de casi 10 km y 900 torres, construida según la leyenda por el conocido héroe Gilgamesh, rodea una gran ciudad con recintos templares y edificios públicos. Algunos templos están construidos a ras de suelo, pero otros se sitúan ya sobre terrazas, posibles antecedentes de los zigurat, de los que en Uruk había dos. Otras grandes ciudades son Ur, Mari, Umma o Lagash, quienes alcanzarán la primacía tras el declive de Uruk.

Hacia el 3000 a.C. la civilización sumeria ha alcanzado un gran desarrollo y prosperidad, lo que parece que provocó la llegada de pueblos nómadas de semitas orientales procedentes del norte y, especialmente, de la región de Diyala. El proceso es largo y debió producir fuertes convulsiones en la región, lo que quedó reflejado en la lista real sumeria, un monumento en el que se detallan los distintos soberanos de la zona.

Durante este periodo, denominado dinástico temprano (a partir del 2800 a.C.) los recién llegados se asientan en la zona septentrional, fundamentalmente en Kish, mientras que la población nativa parece agruparse en la zona sur, alrededor de Babilonia. Las relaciones entre ambos grupos parecen ser tensas, aunque las preexistentes guerras entre las distintas ciudades-estado hacen que sea muy difícil precisar hasta que punto la naturaleza de la guerra es étnica o política.

Uno de los rasgos característicos del dinástico temprano es la separación del poder político del religioso. Si anteriormente los príncipes-sacerdotes aunaban en su persona la máxima capacidad de decisión secular y espiritual, a partir de ahora los gobernantes se denominarán lugal, es decir, reyes, con lo que su ámbito de decisión es exclusivamente político. Muestra de esta nueva organización política es la erección de palacios, que sirven a un doble papel residencial y representativo. Además, los nuevos gobernantes se hacen enterrar con su cortejo, en tumbas reales en las que son acompañados por sus esposas y parte de sus cortesanos y sirvientes, así como un rico ajuar. Las tumbas reales más características son las de Ur, de mediado el III milenio.